El otro día mientras iba de camino a algún lugar de la ciudad en un viejo concho (vehículo de transporte público) me sucedió algo que despertó mi curiosidad. Siempre me ha llamado la atención el tema de las mujeres versus sus accesorios de vestir y muy particularmente toda la producción que tienen que montar para “embellecerse” antes de salir. La gran mayoría al menos.

No me mal interpreten, lo que pasa es que si bien se ven espectaculares cuando se arreglan, particularmente me gusta la sencillez casi en todo. Pero en este caso, lo que me encorvó las cejas fue una jeva que se sentó a mi lado. Resulta que desde que se montó, comenzó a buscar entre su bolso algo que, juzgando por el tamaño de la “cosa” esa, era lógico que no encontrara.
Mientras buscaba y al mismo tiempo me amenazaba inconsciente con su codo una de mis mejillas, me preguntaba ¿qué tantas cosas puede tener ella ahí dentro que no encuentra lo que busca? Al rato, halló lo que buscaba: un celular
Motorola V3 RAZR gris y una tarjeta de llamadas para recargarlo. De la compañía telefónica naranja creo. Para mi, tener un celular de última generación como ese en un plan prepago, es como ver una persona con saco y corbata montada en un motoconcho. Es más,
la chatarrita que uso no la considero para prepago tampoco, imagínense.
Pues bien, la amenaza a mi rostro volvió cuando se percató de que no tenía con qué raspar la referida tarjeta para ingresar el crédito de la misma a su servicio. Esta vez la amenaza dejó de serlo para convertirse en una realidad.
Ella: “Hay, perdon!”Yoyo: «Qué maldita vaina» “No, está bien, no fue nada”.
Ella: “Es que no encuentro... déjame ver...”Yoyo: «¿Te llamo los bomberos?» “’Ta medio grandecita la cartera eh?”Ella: “Hahaha, ¿tu crees?”
Yoyo: «¿?»Ella: “Míralo aquí!!!”
De pronto, todo lo que había pensado con relación a qué podría esa señora tener en ese bolso se quedó tan pero tan distante, que me provocó reír casi de forma iracunda en el instante mismo en que ella sacó aquello.
Ella: “¿Qué fue?”
Yoyo: “No nada, es que recordé algo...”No sé que me sucedió, pero creo que la vergüenza no me permitió explicarle que la razón por la que reí a carcajadas fue el tornillo que ella sacó de su bolso.
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